El pie normal posee una compleja anatomía, donde presenta estructuras que se encargan de la estabilidad del cuerpo, del soporte del peso corporal y para caminar. Cuando hablamos de pie plano también se hace referencia a que el arco longitudinal medial del pie se encuentra caído parcialmente o completo, lo que afectará así también la articulación a nivel de la rodilla lo que podría llevarse a lo que se conoce como ‘’valgo de rodilla’’. Está alteración afecta tanto a personas sedentarias como deportistas, lo que se ha visto que en los EE.UU alrededor de 5 millones de personas la padecen. El desarrollo del pie plano se genera principalmente en niños pequeños y puede persistir hasta la vida adulta. Esta afección se puede desencadenar por una enfermedad neuromuscular, síndromes de laxitud, una inmadurez, artritis inflamatorias, degeneración del tendón del músculo tibial posterior, siendo está última la más prevalente.
Si nos vamos al ámbito deportivo, el pie plano y este descenso del arco longitudinal medial del pie, puede afectar directamente al deportista, pudiendo generar dolor, llevándolo así a tener que detener o disminuir el ejercicio. El dolor está definido como ‘’Una experiencia sensorial y emocional desagradable asociada a una lesión real o potencial o descrita en los términos de dicha lesión’’, pudiendo así producir alteraciones en la ejecución de movimientos o mayor sobrecarga en ciertas estructuras.
Entrando más en la parte biomecánica del pie y la rodilla, en el pie plano, el músculo tibial posterior juega un rol importante en la estabilización dinámica del pie, por ende cuando existe una falla a nivel del tendón de este músculo se produce una sobrecarga y anomalías predecibles en las otras estructuras de soporte del pie como puede ser el ligamento de resorte o los ligamentos talocalcáneos en el seno del tarso. Además podemos agregar que cuando poseemos un pie normal y un arco del pie correcto la alineación entre la articulación del tobillo y la rodilla es más vertical, teniendo así una correcta descarga del peso y amortiguación a nivel de la planta del pie al momento de hacer alguna actividad física, mientras que cuando este arco desciende o se aplana generamos un cambio de dirección en el vector de fuerza desde el tobillo a la rodilla, lo que nos llevará a generar un mayor desgaste articular y compresión de otras estructuras, pudiendo originar dolor en la rodilla y mayor riesgo de producir una lesión.
Se ha visto que el tratamiento de pie plano puede ser quirúrgico como no quirúrgico. El no quirúrgico hace referencia a aparatos ortopédicos como plantillas y también al enfoque de realizar kinesiología deportiva, donde esta última se ha visto que tiene una eficacia del 87% de reducir los síntomas y modificar las alteraciones estructurales. El pronóstico para gran parte de los pacientes es favorable y no necesitará cirugía, solamente alrededor del 10% solo necesita intervención quirúrgica.
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